De todos los países que he visitado hasta ahora, Japón es uno de los que más me ha impactado. En este pequeño archipiélago conviven de manera equilibrada la tradición y la vanguardia, haciendo las delicias de prácticamente cualquier viajero. El país del sol naciente es un lugar de contrastes y de multitudes y cuenta con una de las culturas más fascinantes e inquietantes del mundo que se refleja día a día en el comportamiento de sus habitantes originarios, los japoneses.
Es imposible resumir en un post cómo son los japoneses, además, mi idea no es generalizar y ni mucho menos caer en estereotipos. Por eso, este post va sobre mis experiencias con los japoneses y sobre lo que he visto cuando hice mi viaje a Japón.
El comportamiento de los japoneses es alucinante. Ahora entiendo por qué uno de mis mejores amigos, sociólogo de formación, acabó estudiando y sobreviviendo en la ciudad de Tokio durante más de un año y medio. Los japoneses son la bomba. Son únicos y absolutamente peculiares, pero más allá de todas las cosas frikis que se puedan escuchar por ahí, en el fondo no son tan diferentes al resto de los mortales.
Yo ya había tenido contacto con ellos en Australia. Muchos de mis compis de clases de inglés eran japoneses y también me codeé con ellos en el trabajo. Me meaba de la risa con ellos y los acribillaba a preguntas, todo lo que me contaban me parecía fascinante. Una cosa que me llamaba mucho la atención era su forma de dar la mano cuando los saludabas por primera vez. Yo acostumbro a dar un buen apretón de manos, agarro fuerte y zarandeo sin pudor para arriba y para abajo, en cambio ellos te correspondían con una mano casi sin vida en inmóvil. Una vez les pregunté a dos japonesas de mi clase que se sentaban justo detrás mía, y con las que me pasaba todo el rato charlando, que por qué saludaban como si su mano fuera la de un muñeco de goma. Ellas no podían parar de reír ante mi estupidez y me explicaron que en Japón no se saludan dando la mano y que para ellas era muy extraño e incluso incómodo hacerlo.
Estas dos compis en cuestión, también me contaron que nos les gustaban los japoneses, que en general, a las japonesas no les ponían mucho los japoneses y yo me quedé muy loca. Al parecer les flipan los latinos, especialmente los brasileños. Ese día y a raíz de esa conversación, acabamos hablando en clase – profesor incluido- de tíos buenos, nacionalidades y estereotipos. Las clases de inglés en Australia eran todo un show, ahí nos juntábamos personajes de todos los países a conversar sobre lo que fuera y a mi había momentos que esas clases me parecía más interesantes por todo lo que estaba aprendiendo de otras culturas que por el inglés en sí.
Hace unos meses estuve viajando por Bali y el último día nos llevó al aeropuerto un conductor balinés jovencito que a parte de trabajar reparando teléfonos también daba tours a los turistas que venían a visitar la isla. Nos contaba durante el trayecto de Ubud al aeropuerto que le gustaba mucho ese trabajo porque se lo pasaba pipa y hacía muchos amigos de otros países. Estos nuevos amigos, o clientes satisfechos, luego le pasaban su contacto a otros amigos y así, gracias al boca a boca se ganaba mucha pasta. En uno de esos tours que daba, le tocó una familia japonesa. Querían ir a ver varios templos y cascadas y justo les coincidió que cuando iban en el coche ocurrió un terremoto. El conductor balinés nos contó que a él casi le da un patatús y bajó corriendo, mientras que la familia japonesa ni se inmutó, permanecieron dentro súper tranquilos como si nada estuviera pasando. Según tengo entendido a los japoneses los educan para asumir las catástrofes naturales como parte de su día a día y eso lo plasman en el lenguaje, con muchas expresiones que significan «qué se le va a hacer» o «no hay remedio». Ya tienen interiorizado que si toca, toca, y no hay nada que hacer.
Existen muchos adjetivos para describir a los japoneses, pero en general son personas muy educadas y respetuosas, lo cual es de agradecer cuando vas a visitar una ciudad tan llena de gente. En Tokio, por ejemplo, no había casi papeleras. De hecho yo por la calle no vi ninguna, solo las veía en las estaciones de tren. Ante esta escena cabe esperar una ciudad sucia con cientos de envases apilados en cualquier esquina, pero la realidad es que no. La ciudad está impecable. No hay ni una colilla en el suelo.
En los trenes suele haber mucha gente y todo el mundo va en silencio y sin armar barullo. Para entrar esperan su turno en filas improvisadas y entran tranquilamente y en order. En las tiendas saludan una y otra vez y te agradecen el haber entrado como 15 veces. Mantienen las distancias y no te incomodan persiguiéndote por toda la tienda y vigilándote como si fueras a robar. En realidad allí nadie roba. Puedes dejar el teléfono a cargar en unos de los muchos enchufes que tienen los bares e irte al cuarto de baño tan tranquilo. Los baños, por supuesto, están limpios y siempre con papel higiénico.
Como he dicho antes yo trabajé con varios y todos son unas máquinas. No importa la tarea que les den, la ejecución será perfecta y en la mitad de tiempo que lo podríamos hacer nosotros. Además se concentran mogollón, si están trabajando, están trabajando y punto.
En clase también eran bastante cracks. Muy estudiosos y siempre llegaban con los deberes hechos aunque hay que reconocer que el inglés no era su fuerte. Pero aún así, ver sus libretas todas organizadas, con letra minúscula y filas y filas de vocabulario con su respectiva palabra escrita en japonés al lado era digno de una foto. Por supuesto, nunca llegué a pedirles que me dejaran hacer una foto a sus libretas, me conformaba con pedírselas para verlas y pasar las páginas. Luego volvía la mía, que en realidad eran hojas sueltas llenas de tachones y con una letra gigantesca. También digno de ver…
Los japoneses son amables y serviciales hasta rozar la exageración. Si te pueden ayudar te ayudan y aunque no puedan también intentarán ayudarte. Si vas por la calle todo perdido les puedes preguntar por direcciones que estarán encantados de echarte una mano.
En Akihabara entramos en un sitio de estos de 5 pisos solo con videojuegos y flipamos. Son super frikis de todos los juegos y se pasan horas y horas viciándose. Había juegos de todo tipo y por momentos eso daba más la impresión de ser un casino que una sala de juegos. Otro lugar de ocio típico para ellos son los karaokes. Nosotros no llegamos a ir a ninguno, pero en Tokyo los había por todas partes.
En cuanto a moda están a otro nivel. A veces dudas de si es así su estilo o si van a ir a una convención manga. Había chicas con unos estilazos increíbles y súper adelantados a todo. Te puede gustar más o menos esa moda, pero hay que reconocer que no pasan desapercibidos, además, a las chicas les encanta vestirse de «lolitas» emulando épocas pasadas y con trajes todos de estilo barroco y victoriano que son alucinantes.
En realidad Japón es un país de contrastes, porque luego te vas a zonas más rurales y no ves esta moda, el estilo lolita solo se ve en Tokio. En Kioto, por ejemplo, las chicas se vestían con el traje tradicional de geisha.
Soy de las que piensa que la cultura japonesa engancha porque nunca te deja de sorprender. Si tienes en mente hacer un viaje… no te lo pienses más y vete a Japón!! te prometo que no te va a defraudar.
Icía.
No Comments